Al hacer uso de este blog, no propongo nada extraordinario porque mis habilidades de escritor son en extremo limitadas – pero también debido a que veo mucho valor en la simpleza de documentar mi mente. Me gusta cómo es que capta cada vez más matices de mi lógica, y da cara al crecimiento emocional que día a día procuro consolidar. Cada artículo cuenta la misma historia, pero utiliza una voz diferente para hacerlo. Aquí, a veces impera la perspectiva, de vez en cuando el cerebro puro, y otras ocasiones, el corazón.
Comencé esto cuando aún me resultaba difícil integrarme al mundo social de mi universidad. Nadie me advirtió de lo diferente que sería el ITESM a la burbuja que habité durante mi estadía en Xalapa, ciudad que me vio nacer. Esa lucha persiste hasta el día de hoy, sin embargo, ya he logrado varios avances en ella. Eso me ha hecho descubrir dos verdades fundamentales que jamás olvidaré.
1. No puedes permitirte ser menos…
…en el caso de que sepas quién eres. Tengo la inmensa fortuna de poseer claridad al respecto. La adquirí en algún momento de 2022, año que me representó una patada espectacular en las gónadas. Hubo dos preguntas duras que respondí en aquel entonces – la primera evaluaba mi nivel de satisfacción conforme a las relaciones que saqué de la prepa, y su respuesta fue negativa en toda la regla. La segunda pedía el desglose de un plan de acción para no repetir patrones pasados. Fue aquí donde delimitar mi identidad se tornó crucial. Sin tener todas las respuestas, entré a 2023 con más determinación, pues ya sabía lo que no era.
No era – no soy – lo que en mi adolescencia percibían de mí, tanto amigos como conocidos. No soy mi versión tímida, ni mi versión inteligente, ni mi versión amigable, ni mi versión imprudente, aunque pueda parecer todas esas cosas. Mi verdadero ser no es aquel que sale a la superficie por nimiedades del entorno – es solo el que emerge por mi accionar al ver más allá de lo obvio. Y en ese entonces, era importantísimo dejarlo salir, pues acostumbraba mucho a esconderlo. De hacer lo contrario, terminaría con una vida pequeña entre manos.
2. Soy humano. Nada humano me es ajeno.
Haber encontrado una voz profundamente auténtica me dio poder. Me otorgó control sobre mi narrativa en tiempo real, lo cuál no inspiró popularidad, admiración ni mucho menos agrado, pero sí mantuvo posible un futuro deliberado y libre de autocensura. Fui feliz en solitud un tiempo, hasta que varias personas comenzaron a inspirarme interés. Entonces, me topé con la pared, pues tanto mi entorno como mi carácter dificultaban conectar. Sin muchas alternativas, daría inicio a este blog, el cuál me sirvió de excusa perfecta para probar cómo y hasta qué punto quería compartirme con los demás.
Hoy, mis palabras afortunadamente han salido del editor de texto. He incluido a uno que otro externo en la complicada conversación que llevo casi toda mi vida teniendo conmigo mismo, entonces podríamos decir que he avanzado. No obstante, saberme “siempre humano” dista de ser solo una verdad importante para mí – es una dura lección. Por cada palabra dicha, han habido cien perdidas en el aire, muteadas por la ambigüedad emocional que inspira mi sentido de control. Feo es pensarlo cuando se sabe bien que el tiempo es limitado, y que en menos de un año, estaré pisando corporativos en vez de salones de clase.
Me queda seguir con lo mío. Arrepentimiento no es lo que siento, autocomplacencia, menos. He vivido lo suficiente como para intuir que lo genuino no tiene fecha de caducidad, así como para también saber valorar mi progreso. He aprendido a dejar ir el poder en favor de mi humanidad. En favor de mis versiones no verdaderas, pero más vulnerables. En favor del Ramón tímido, del Ramón inteligente, del Ramón amigable y del Ramón imprudente. Son estas facetas las que han construido los vínculos más valiosos de mi vida, aunque mucho tiempo no lo quise ver.
De haber llegado hasta aquí, gracias por leer. Siempre que decido compartir algo es con la esperanza de dejar herramientas, no sólo palabras. Espero que se haya logrado. Quiero cerrar con una de mis frases más dichas del momento:
“esto no se acaba hasta que yo diga que se acabe”
-R