Coup de grâce

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En vísperas del nuevo capítulo de mi vida, la escritura me llama de nuevo. Veamos qué ofrece hoy.

A diario, libro una batalla interna entre los mismos dos pelados de siempre, algo tipo left brain/right brain. Por una parte, está mi versión cerrada – sus funciones son la evaluación, el diagnóstico y la distancia, en ese orden. Sin ella lucidez no hay, tampoco proyecto, propósito, ni brújula. 

La segunda nos reúne el día de hoy. Se trata de mi versión vulnerable, o en otras palabras, el sostén de mi humanidad. Vaya, lo que sea que me evite la pena de volverme el Joker. Siente no mucho menos que cuando tenía 7 años, y es observable sólo en dos instancias: completa confianza, o reducción orgánica de la distancia inicial planteada por mi sistema.

En estos momentos, el sistema (ahora siempre le diremos así) experimenta una monumental crisis de malfunciones. Si mi cerebro tuviera habitantes, ya estarían planeando un coup de grâce extremadamente cabrón… con toda justificación. Sinceramente, falta orientar su memoria – imborrable, valiosa, bonita como ella sola – más hacia el futuro y menos hacia la rumia. 

Las malfunciones surgieron por un entorno más que imperfecto: absurdo. Verán, en la universidad nunca me sentí del todo “en mi tribu”, sin embargo, los semestres menos serios aún daban margen. Al menos, el suficiente para quitar mi vista del furry de al lado y centrarme en lo que representara posibilidad. La industria dogma de ahora, era entonces solo un puñado de clases diferentes entre sí. 

No extraño eso como a un idilio (ugh), pero si como a un mundo de intenciones no tan odiosas. Menos solitario, quizás. La crisis actual afecta a la función distancia, pues soy afortunado de tener compañía física, más no lucidez compartida. Me doy siempre la misma indicación: Comunica a los demás, sin cinismo ni alejamiento, lo siguiente – “no soy de aquí, sé perfectamente de dónde si soy, estoy harto, cansado, esto me parece una burla, a ti no… y te aprecio muchísimo”.  

Difícil, ¿no? Una cosa así se necesitaba para tumbarme el sistema. Por eso menciono que el golpe de estado vendría bien – el tema es que mis “habitantes” no quieren iniciar una revolución por cuenta propia, entonces el trabajo se me delega todito. Pienso yo… tal vez, del otro lado del coup, me espere una mente propia más ligera. Líquida, inclusive.

En medio de toda esta reconstrucción, quiero cuidar muchísimo a mi versión vulnerable. A la que se quería quedar, aunque sin saber por qué, ni en dónde. Las malfunciones la han opacado un poco, pero la verdad no aspiro a ser el Joker. Huele mal, y es muy impopular con las morras.