Lo no hecho

“When your story is the marketing, all you have to do is live.”

Últimamente, mis días se han estandarizado más, pues estoy trabajando en algo. La mecánica siempre es la misma – elegir si quiero la toma estática o con movimiento, poner luces, llenar de niebla mi estudio, y luego practicar color grading en DaVinci con lo que acabo de grabar. El video siendo construido con los bloques que estos ejercicios diarios representan se ha salido de control: al inicio parecía una tarea de dimensiones simples, pero con cada día de práctica, descubro cosas nuevas que elevan el nivel de lo que estoy haciendo. Tan es así, que ahora lo considero uno de los proyectos más importantes – si no el más – que he creado por mis propios medios en lo que llevo de vida. Y ni siquiera lo he publicado.

Hacer videos no es nada nuevo para mí. Llevo 10 años en eso, tiempo suficiente para curtirme bien en varios procesos que hacen posible producir como Dios manda. Pero he tenido mis hiatos – primero impulsados por la vergüenza natural que te invade en secundaria, y luego por haberme querido encontrar a mí mismo dentro de la profesión incorrecta. Dichas pausas han desaparecido, pues parte fundamental de tomarme en serio mi cada vez más prometedora ocupación, es adoptarla como modo de vida. Destacar en ella, o en cualquier otra, demanda ejercerla con la misma ludicidad y frecuencia asociadas con ir al gimnasio. En el momento en que se entiende eso, y se delimita con precisión tanto a la posición en la que se está, como a la que se desea llegar, los músculos a ejercitar se multiplican. Hacer rutina full-body se comienza a sentir insuficiente, pues ahora la mente también te demanda crear. Y heme entonces aquí, en mi cuarto, describiendo la verdad que he descubierto poco a poco mientras miro los tiempos de antaño como si fueran años de oscurantismo. Quizás porque lo fueron – al final, la mayoría de sus remanentes, llámense relaciones o creencias, se sienten más anacrónicas que una máquina de escribir.

Lo cierto es que cada vez soy más optimista. Al consumir el trabajo de los grandes nombres presentes en mi nicho, lo único que veo son rompecabezas fáciles de desarmar, replicar o superar en complejidad. Las estrellas ya no son lejanas – ahora se ven como una luna llena muy nítida. Sin embargo, claro algo está: no tengo ni la menor idea de cómo yo pasaría a formar parte de algún firmamento. El proceso experimentado hasta ahora es tardado, complicado, de poca a nula comprensión externa, y de constante temor al fracaso tanto dentro como fuera del “grind”. Tal vez la respuesta resida en ver más allá de unos y ceros. Hace sentido pensar que se encuentra en el trabajo profundo, en la corrección compasiva al error, en socializar con ligereza pero marcada intención, y en buscar ser visto por las personas que sabes capaces de verte. 

Eso he estado pensando. Continuaré haciendo avances en la aplicación de esta “respuesta” a mi vida. Con suerte, podré terminar el año con el brillo de una enana roja, mejor acompañado, y preparado para escalar más en el capítulo que le siga a esto.

Ciao