En más de una ocasión me he hecho esta pregunta: ¿por qué eres así, cabrón?
Y con total seriedad. Si bien su formulación suele surgir después de que meta la pata, para mí va muchísimo más allá de la self-talk agresiva del momento. Creo que es un cuestionamiento igual de difícil que de importante, pero viene con truco. Pondré un ejemplo.
Imagina que no sabes cómo salir de tu caparazón (le pasó a un “amigo”). Un día, llegas a tu casa particularmente harto de tu invalidez social, y decides hacer retrospectiva de cómo ha mutado tu rol entre compañeros de clase. Mapeas grupitos, segmentas intereses, reevalúas tus acciones, y enlazas tu último fracaso con alguna experiencia temprana a-la efecto mariposa. Hecho todo, parece que descubriste porqué eres como eres, sin embargo, el truco del asunto está en una palabra clave – “parece”. No existe una respuesta a tan complicada pregunta. Podemos conectar A con B, pero el abecedario completo no se encuentra al alcance de nadie, y está bien. Avanzar como seres humanos conlleva creernos las mentiras adecuadas. Lo menos relevante es satisfacer esta incógnita por completo – la mera persecución de ello debe de ser un fin en sí mismo.
En mi experiencia, puedo afirmar que llegar a esta conclusión ha significado un punto y aparte en mi vida, pues siempre he sido bastante sentencioso con todos, incluyéndome a mí mismo. Pensar así me dio una fuerza bruta con efectos sobre mis alrededores terriblemente irregulares, y no se sentía del todo bien, pues desconocía el proceder adecuado para encausarla. Puedo hacer muy buena memoria de su impacto en mi comportamiento, así como de las numerosas formas en las que fui saboteado por ella sin que me diera cuenta. Al hablar con amigos y familiares sobre esto, he dado con que es una historia compartida por muchos, pero que pocos pueden verbalizar. La resumiría en estar atormentado por la discordancia entre tu desempeño y tu verdadera capacidad.
Naturalmente, los síntomas y las recetas varían de individuo a individuo. No todos son “sentenciosos”, ni mucho menos el autoanálisis constante funge como vía única hacia la autorrealización. Este artículo solo pretende articular pensamientos útiles e incitar a la reflexión autónoma, sin servirse de certezas universales… o bueno, sólo de una: la inconformidad es un signo de potencial. Con eso cierro.
¡Felices fiestas!